jueves, 5 de enero de 2012

Propósitos de vida nueva.

Mi cumpleaños fue hace no mucho, y volví a cumplir 19 por vez, no sé, número tres... aclaro que no vengo cumpliendo 19 desde los 19, pues Primero he intentado pasar por las edades siguientes, pero siempre vuelvo al 19, que he decidido, me gusta seguir explorando. El punto es que cumplir años (aunque sean los mismos) me llevó a tener algunas reflexiones sobre los errores de vida, lo cual también se siente muy en el espíritu de año nuevo. No encontré nada irremediable, nada como haber sido cantante en un bar del centro, o haber sido chambelán en alguna fiesta de XV años, o peor aún ¡cantante en fiestas de XV años!. Pero algunas cosas, en retrospectiva, sí resultan bien lamentables y lo que sigue es una lista de algunos de los errores que a muchos nos pasan y puedo compartir aquí.

1. No perder tanto tiempo viendo series de televisión/ películas o leyendo. Sí, me resultó útil para apantallar incautas precisamente en fiestas de XV años, pero fuera de eso... el mundo estaba lleno de antros, mujeres, sustancias ilegales y toda clase de nuevos errores para cometer y lamentar en mi segunda década. Y en cambio yo leí todo Harry Potter treinta veces, vi Juno y Little miss sunshine hasta que se me borró la delgada línea entre las nalgas y vi Grey´s Anatomy y Desperate Housewives hasta que pude citarlas de memoria. Lo cual, desde luego, me convirtió en un hit en la escena social del complaciente y adulterado mundo de Querétaro esquina con pseudohollywood.

2. No tratar desesperadamente de inventarme un look que nadie, nadie, NADIE más usara. Lo anterior me llevó a horrores de diversas índoles, incluyendo el uso de playeras de manga larga como suéteres, la creación del monjevietnamita Style, los tenis con calcetines y short, la pedacería de tela como bufanda, el sacomilitardefidelcastro Style, el mepongochalecoparatodo Style, el hippiedarkiedorkie Style, ¡hasta usé lentes de armazón blanca para colorearlos con plumones de aceite! Y cualquier cantidad de crímenes contra la humanidad y la revista Vogue que se puedan imaginar.

3. No pensar que el amor verdadero llega a los 15. No decidir que cada pobre tipa que se cruzara en mi camino y tuviera el desatino de mirar en mi dirección, sería el ladrona de mi inocencia, la madre de mis hijos, la abuela de mis nietos, la inspiración de todos mis actos y mi destino en la próxima encarnación. Ni que el amor verdadero llega a los 20, ni a los 25, ni a los 30. Básicamente aprender a no pensar en el amor verdadero, para sorprenderme cuando llegue. Pero sobre todo para no vivir en la eterna duda, los eternos madrazos y la eterna espera.

4. No desperdiciar la vida enamorándome de estrellas pop, estrellas de cine, o personajes literarios -propios y ajenos, que es lo peor del caso-. De nuevo el mundo estaba lleno de posibles ligues verdaderos, que eran reales y no tenían que distraerse de sus vidas ficticias o sus giras por el mundo para seguir -locamente enamorados- a un perdedor vestido de monje vietnamita con chaleco y lentes de colores, que se la vive con los ojos dentro de una película. Digamos que ni ningún miembro del ejército de Dumbledore ni Ellen Page tiraba mi puerta a golpes para verme...

5. No vivir soñando en la vida que tendre algún día, y ocuparme más de la vida que tengo en el momento. Porque si al llegar los treintas no tengo e-x-a-c-t-a-m-e-n-t-e lo que soñé, sólo me voy a lamentar la vida que no tuve a los 15.

Y basta. O voy a quedarme en la eterna lamentación. Cuando menos, la vida de los 15 me deja reírme ahora, en la sospecha dolorosa de que a los 35 me reiré de mí ahora... y así para siempre riéndose de uno mismo, ¿pues qué más?

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