viernes, 21 de enero de 2011

Les recuerdo que no me gusta starbucks

Esta experiencia comenzó el día de hoy, cuando tuve que ir a la escuela con solo $10 (necesitando $13 para el pasaje) y al decirlo para que alguien se ofreciera a ayudarme la única respuesta fue de Alejandro Íñiguez, quien pinche, pobre y pinche pobre como yo, solo me pudo acompañar a caminar de la UAQ a los Arcos, al Subway que está al lado del Starbucks. platicacamos sobre como prefiero el Italian coffee por encima del Starbucks. Al llegar a la torteria esa, mi hermana ana me mandó un sms pidiendome que le buscara en Block Buster un documental de como bla bla bla bla, como no lo busqué, no lo encontré y en agradecimiento mi hermana me alcanzo en el BB y me llevó a, sí, starbucks.
Debo de decir, a pesar del amor inconmesurable que me inspira, la admiración total que le tengo, y lo poca madre vieja que es, mi hermanita tiene ésta afición por comprar y comprarme cosas engordantes como el café frío, cremoso e importado, que me obliga a abandonar mis pretensiones de extraños tés sin azucar, y a terminar ordenando cualquier porquería personalizada, azucarada y sabrosota que es lo que en realidad también me gusta a mí, la neta.

Así que estábamos en el mismo pinche Starbucks, muy contentitos y muy felices, y entre el no mames que eso te dijo, el neta sigue con la misma novia y el a que no sabes a quién me encontré, yo me dispuse a pedir mi brebaje, porque no más no recordaba como se llaman las malteadas de vainilla en su pretencioso menú. De modo que Ana ya estaba sorbiéndose el suyo con su popote verde y yo pedia un café que tiene un nombre más largo que yo.

Y estando en la "tienda" (porque así les dicen los socios. No empleados, socios) y mientras pido mi vicio, escucho a uno de los chicos de atrás del mostrador, con su mandil verde, decirle a otro: Ni hiciste contacto visual, ni nada. Y me imagino de inmediato los cursos de capacitación en los que les instruyen a mirar a los ojos al cliente, hambreado de cafeína y poco simpático, y preguntarle si quiere el café alto, (que es chico) grande (que es mediano) o venti (que es para nadar adentro). A ver, carajo. Es una marca de café inventada en Seattle inspirada en friends. Qué hacen poniéndole nombres Italianos a las cosas???? Espresso doppio machiato? no me chinguen. Si el café es originalmente Arabe.

Y así terminé sumergido en esta reflexión sobre el café corporativo. Sobre el café que acabó con todos los cafés. Sobre el café absurdamente sobrepreciado, que atrapó a toda la clase media del planeta, para atarnos a todos por siempre en el reino de la sirena de dos colas.

No me malentiendan. De entre las chacharas de Starbucks he visto algunas de los más finos souvenirs que imaginarse pueda... he visto tazas traídas de lejanos países, macetas de violetas, biscottis varios, pero hay que reconocer que todo el fenómeno es curioso.De entrada personalizas tu bebida. Con lo cual, virtualmente te bajas los calzones en una taza de café. Está el intenso que al capuchino le pone triple shot. El buga bajo sospecha porque se le da por el jarabe de almendras. El alternativo del chai. El arriesgado que pide el machiato moca con menta, té verde y tazzo de zarzamora. La junkie del azúcar que quiere el caramel con crema batida, caramelo real, chispas de chocolate y jarabe de vainilla: todo Doble. Y no contentos con que lo pidas discreta y silenciosamente en el mostrador, luego gritan: Carlos, latte light triple shot canela!!!! O... Antonio: Venti descafeinado con leche deslactosada light y jarabe de coco!!!! Para que toooodo mundo sepa que ando nervioso, con insomnio, que subí de peso y que de entre todo el menú solo supe decir "venti", pero que me late chupar piñas coladas.

Y luego está el asunto de sentarme a tomármelo mientras hojeo la sección de Gente del Reforma, que es el único periódico que siempre está por ahí. Y mientras escucho algún jazzecito engañosamente sabroso, y sorbo mi tesis posdoctoral de café, me puedo enterar si Lindsay Lohan anda o no con su amigO la DJ, Información sin la cual yo no podría seguir respirando. Hastiado, boto el periódico y quiero sacar un libro. Pero justo cuando creo que voy a poder leerlo, A) recuerdo que no llevo libros a la escuela y B) entra una manada de chamacas prepúberes que mientras beben más o menos lo mismo que Ana, y no paran de enviar SMS´s, tienen el descaro de ponerse a gritar junto a mi oído cosas como: no mames que eso te dijo, neta sigue con la novia y a que no sabes a quién me encontré... que por supuesto no suenan ni la mitad de interesantes que cuando las decimos Ana y yo.

Marcadamente alzo el periodico que recuperé para escondertme. Alzo una ceja. Alzo la mirada varias veces para señalar la impaciencia, consiguiendo solo que la manada de Gremlins ignoren al de lentes, el del café descafeinado, O sea, yo. Y a su vez, alcen aún más la voz.

Derrotado, finalmente, me retiro. Pero sé que volvere a los sofás de terciopelo verde, al jazz sabrocito, y al caramel machiato. Al contacto visual con el socio, que me preguntará diligente, en qué tamaño quiero mi vicio. No hay escape. Y cuando no quede nadie en la tierra, habrá un mar de vasos blancos con sus anillos de cartón para protegernos del largamente extinto calor del cafecito gringo, imperialista, culpígeno, personalizado, con nuestro nombre escrito con Sharpie, para siempre jamás.
si se preguntan de que hablaba con mi hermana mientras filosofaba, yo tampoco lo sé.

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